Miranda estaba mirando por la ventana mientras su hermano discutía con su tía
por cuestiones que no comprendía la chica de 17 años que tenía la vista fija
en un par de mariposas que revoloteaban a poca distancia de ella. De repente la noche
cayo con su manto claro de día y escuchó un sonido poco familiar que venía de las escaleras
del edificio de donde vivian.
Un piso bastante elevado era en el que vivian ellos. Y las escaleras como en todos los
edificios estaban, por lo menos, a unos cinco o seis pasos de distancia alejados de la pared.
Pero a Miranda no le importó. Saltó hacia las escaleras y observó las plantas que desde siempre
habían estado ahi.
Pero había algo diferente. Estaba un columpio para niños pequeños colgado y una carta
cerca de las plantas.Y en el columpio había una bebé.
Su hermano y su tía se asomaron por la ventana y vieron a Miranda con la bebé en los brazos.
Le ayudaron a cargar a la bebé y mientras estiraba la pierna para entrar por la ventana de nuevo
a la habitación.
Miranda supo que hacía falta una maletita con cosas de la niña. Decidió buscarlas.
Su tía y su hermano se quedaron cuidando de la niña y Miranda fue al otro lado del edificio.
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